Actúan: Valeria Carregal, Pablo Ciampagna y Sebastián Saslavsky
Iluminación
: Lorena Díaz Quiroga
Fotos y gráfica:
lamordidafotos@yahoo.com.ar
Dirección
: Maximiliano de la Puente

Dos empleados y su jefe, Raúl, Julia y “El Señor”, conviven precariamente en el depósito semiabandonado de una empresa venida a menos, en la que el proceso de elaboración del papel tiene una importancia inusitada. Desconocemos cuáles son exactamente las tareas que realizan, por qué continúan en ese lugar, ni quién les paga. Sólo sabemos que parecen haber estado en ese viejo galpón semiderruido desde siempre, conviviendo con oxidadas máquinas obsoletas que ya nunca jamás funcionarán, desempeñando un trabajo a todas luces inútil. Nada está predefinido de antemano: todo es posible en esta atmósfera extrañada, onírico-pesadillezca, en frágil equilibrio. Dentro de un universo semejante, los recorridos que el espectador puede elaborar a partir del encuentro con el espectáculo, son absolutamente personales, intransferibles, únicos.



jueves, 8 de abril de 2010

Todos quieren lágrimas por Leedor

Reproducimos un fragmento del comentario sobre la obra de Sebastián Russo, publicado en Leedor:

Apuntes, imágenes, afecciones

Una oficina. Oficinistas. Traqueteo constante. Máquinas. Trabajo.

La uniformidad es signo. Huella maquínica en carne humana. La carne, la máquina: una simbiosis imposible, hegemónica.
El trabajo, el yugo laboral. La rutinización del acto: gesto anti-vital. Muerte prematura.

Un delantal, marrón, un uniforme, igualando, otorgando rol, imprimiendo identidad: mismidad. El sujeto y su voluntad de poder/ser sosegada, abrumada por el cúmulo de arbitrios, aturdida por el tintinear de artefactos, coptada por la voluntad de ser/poder del Señor.

Amos/esclavos. Relación fundante, inescapable, elegida. Diluída en gesto progresista, de alienaciones on-line, de auto-destrucciones multi task. 


El comentario completo en: http://www.leedor.com/notas/3514---todos_quieren_lagrimas.html

No hay comentarios:

Publicar un comentario